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lunes, 3 de abril de 2017

Recordando la Escuela Pública No. 118


Por esa foto, publicada el 24 de febrero de 2008 en el blog Desarraigos Provocados supe que la casa donde estuvo la Escuela Pública No. 118, en Estrada Palma entre Cortina y Figueroa, Santos Suárez, fue convertida en un policlínico, pero no sé si sigue teniendo esa función.

La foto a continuación es de 1944, soy la segunda de izquierda a derecha, sentada delante, con el lazo blanco y el cerquillo de lado porque tenía un remolino y mi mamá insistía en hacerme así el cerquillo.

En esta otra, de 1945, soy la tercera de izquierda a derecha, sentada delante, ya con el cerquillo recogido y un lazo que parece de rayas o cuadros.

En la Escuela Pública No. 118 cursé el primero y segundo grados. Los grados de tercero a sexto los hice en la Escuela Municipal Alfredo M. Aguayo, que quedaba enfrente.

En la Escuela 118 aprendí a leer, la maestra era una señora alta, gruesa, de unos 50 años, dulce y cariñosa. Se llamaba Ángela y le decían Angelita. Era amiga de mi madre, creo que estudiaron juntas el magisterio.

Angelita tenía el aula de primer grado, bastante numerosa, dividida en dos grupos, los más adelantados y los que presentaban más dificultades. Ella seleccionó cuatro niños del grupo de los adelantados, entre los cuales yo me encontraba, para ayudar a los atrasados. Para la fiesta de fin de curso, los de primer grado hicimos una representación y las hembras nos movíamos como si fuéramos muñecas.

En segundo grado tuve una maestra que era hija o nieta de Martín Morúa Delgado, periodista y político matancero que participó en la Guerra Chiquita. No recuerdo su nombre, pero sí su figura: una mulata alta, distinguida, muy elegante. De poco hablar, era una buena y cariñosa maestra.

La escuela tenía un patio interior donde nos reuníamos todas las mañanas y de allí pasábamos a las aulas. Los viernes en ese patio se celebraba el Acto Cívico y las fechas patrióticas.

Nosotros vivíamos en la calle General Lee 454 entre Línea del Ferrocarril (hoy Vía Blanca) y Pasaje Oeste. Mi hermana Magaly también era alumna de la Escuela 118. Todos los días, las dos íbamos a pie hasta el colegio. Entonces se vivía sin los temores de hoy.

Una tarde, cuando salíamos de la escuela y caminábamos hacia la casa, vimos gente alegre en las calles, haciendo la señal de la V con los dedos, y nosotras sin entender lo que pasaba. Hasta que llegamos a la casa y nos dijeron que era la señal de Victoria porque se había terminado la guerra. Claro que seguimos sin entender, pero no seguimos preguntando. Más tarde supe que ese día, el 9 de mayo de 1945, había terminado la Segunda Guerra Mundial.

Mi madre fue maestra de escuela primaria durante 30 años. Terminó el magisterio ya casada y con dos hijas, y consiguió una plaza en una escuela a la que nadie quería ir pues quedaba en El Gavilán, un reparto de indigentes, que pertenecía a Arroyo Apolo y hoy forma parte de Víbora Park. La escuela se llamaba Juan Gualberto Gómez. Allí impartió clases hasta que abandonó Cuba en los años 60. La mayor parte de los alumnos iban descalzos, con sacos de yute amarrados a la cintura. Algunos eran hijos de delincuentes, niñas que antes de asistir a clases tenían que limpiar casas, cuidar a sus hermanos...

Mamá dejó Santos Suárez, donde nacimos, y se mudó para acercarse a la escuela. Se había divorciado de mi padre y se le hacía muy difícil todo. Fuimos a vivir a La Lira, en el actual municipio habanero de Arroyo Naranjo. Casi todos los días, se sentaba a la mesa, a comer con nosotros algún alumno o alumna pobre.

Recuerdo también cómo mi madre tenía que comprar sus propios materiales didácticos, que preparaba fuera de su horario de clases. Ella pagaba la suscripción a una revista argentina llamada Billiken, que utilizaba para apoyar su labor educativa. O cómo ponía al alumno más indisciplinado a que cuidara de la disciplina. Cuando se enteraba de que uno había robado, lo nombraba responsable de los pocos materiales escolares conseguidos y muchas otras iniciativas similares.

En La Lira nosotras no teníamos nombres, éramos "las hijas de la maestra", y mi mamá era respetada y querida por todos. Con el pasar de los años, fue maestra de muchos de esos niños que iban con los sacos de yute amarrados a la cintura y más de una vez, oí a un padre decirle al hijo: "Mira, tienes que respetar a la maestra, ella fue mi maestra y en muchas ocasiones pude comer algo gracias a ella".

Gladys Zamora
Fotos: Tomadas del blog Desarraigos Provocados.
Nota de Tania Quintero.- Le pedí a Gladys Zamora más datos sobre ella y su familia y esto fue lo que me contó:

Mi nombre completo es Gladys Zamora Díaz, hija de Isabel Díaz Versón y Manuel de J. Zamora Zamora. De ese matrimonio, el primero de mi madre, éramos cuatro hermanos: tres hembras y un varón dos años mayor que yo, que murió cuando tenía 7 años. Yo fui la hija más pequeña.

Mi madre tuvo cuatro hermanos: Salvador Díaz-Versón , periodista y escritor, desde muy joven destacado en la lucha contra el comunismo; Reinaldo Díaz-Versón, cuyo primer matrimonio fue con una de las dueñas del Instituto Edison, Isabel María Rodríguez, que después se iría a vivir a los Estados Unidos, y María Díaz-Versón, doctora en Pedagogía, que cuando se graduó en la Escuela Normal para Maestros de La Habana, ejerció en escuelas rurales, en diferentes escuelas públicas de la capital. En la última que trabajó era la directora, si mal no recuerdo era la Escuela Pública No. 62, en 10 de Octubre entre Avenida de Acosta y O'Farrill, Víbora*. Mi tía María murió joven, a la edad de 40 años.

En el orden de mayor a menor, le seguía mi madre, Isabel, quien desde que se graduó en la Escuela Normal, ejerció en la Escuela Pública No. 35 Juan Gualberto Gómez, en la calle Alegría, reparto El Gavilán, Arroyo Apolo. Cuando el ciclón de 1944 azotó la capital, la escuela se destruyó, era de madera y no sé qué tiempo demoró que la construyeran nuevamente, esa vez de mampostería. Hay una historia que no recuerdo muy bien, que se hizo una campaña a favor de la reconstrucción apelando directamente al Ramón Grau San Martín cuando fue Presidente de la República.

Después de mi madre estaba el hermano menor, Carlos Díaz Versón, también periodista. Mis tíos, Salvador, Reinaldo y Carlos unieron los dos apellidos: Díaz y Versón con un guión: Díaz-Versón. Reinaldo, cuando se fue a vivir a Estados Unidos, se convirtió en Reinaldo Versón ya que aquí no se usan dos apellidos.

Toda mi familia materna siempre fue anticomunista. Sin embargo, mi padre, que también fue periodista, desde muy joven se afilió al Partido Socialista Popular (entonces no existía el Partido Comunista como tal en Cuba) y fue una de las razones por las que mis padres se divorciaron. Cuando yo nací, ya mi padre no vivía en la casa. Como ves, soy de una familia en la que predominan maestros y periodistas.

Era una jovencita cuando obtuve el diploma de secretariado comercial. Más tarde me gradué de bibliotecaria. Tuve dos hermanos más de dos matrimonios posteriores de mi madre. El año pasado terminé, hasta donde pude, la genealogía de mi familia. Resumien do mis datos: nací en Santos Suárez, no sé la dirección, pero hasta los 7 años seguí viviendo en ese conocido barrio de la capital. Después de los 7 años vivimos en diferentes direcciones en Arroyo Apolo, hoy una barriada de Arroyo Naranjo, municipio habanero que colinda con los de 10 de Octubre y Boyeros. Mi madre quiso acercarse a la escuela donde trabajaba ya que en ese momento tenía cuatro hijos.

Me casé a los 16 años y tuve una hija, entonces vivía en la Calzada de Managua No. 62. Me divorcié y después volví a casarme y de ese segundo matrimonio tuve dos hijos. Mi primera hija fue prisionera política en la Isla, después de 2 años en la cárcel fue amnistiada, bajo un acuerdo entre Estados Unidos y Cuba, de liberar 4 mil presos políticos bajo la condición de que Estados Unidos les diera visa. Cuando salió de Cuba tenía una niña de 7 años a la que el gobierno cubano no permitió salir. Desafortunadamente, mi hija falleció durante un parto en Estados Unidos, pero lograron salvar la criatura. Era un niño y ésa es otra historia.

(*) Cuando en 1979 mi madre, mis dos hijos y yo nos mudamos para la calle Carmen entre 10 de Octubre y San Lázaro, cuadra que anteriormente perteneció a la barriada de La Víbora, pero actualmente pertenece a Lawton, otra popular barriada habanera, recuerdo la escuela pública donde la tía de Gladys fue directora, en 10 de Octubre entre O'Farrill y Avenida de Acosta. No mucho tiempo después, creo que porque resultaba pequeña e incómoda, trasladaron a los alumnos hacia otras escuelas cercanas, algunos para el antiguo Instituto Edison, en Poey entre Carmen y Patrocinio. La vivienda se la entregaron a una familia numerosa, cuya jefa de núcleo era una mujer negra, delgada, muy activa y revolucionaria. Si mal no recuerdo se llamaba Etelvina y en 1979 tendría unos 60 años (TQ).

1 comentario:

  1. Buenos días.
    Recuerdo esa escuela pública de 10 de Octubre. Ahí en el portal, cuando la 1ª declaración de La Habana, pusieron una mesa para que la gente firmara, yo iba con una amiguita mayor que yo y ella entró a firmar, después me dijo: yo ya había firmado antes, pero bueno...
    En esa misma escuela daban clases nocturnas, lo sé porque una muchacha que trabajaba en mi casa iba ahí a la salida; incluso le llegué a dar los libros usados de tercer grado que yo había utilizado en Baldor, ella los había llevado un día para enseñárselos al maestro y él le preguntó si podía quedárselos para dar las clases, así esos libros tuvieron una segunda oportunidad y seguro que fueron mejor aprovechados que con su dueña original que se quejaba de tener que levantarse todos los días tempranos para ir a clases. La infancia está llena de inocencia, luego creces y ves que la vida real no es como una se la imagina con 8 años.
    Buena semana. Saludos.

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