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lunes, 13 de junio de 2016

Daymé Arocena, una negrita con suerte



En mi opinión, a Daymé Arocena la definen tres cosas: su risa franca y sincera, su peculiar modestia y su singular voz. Con tan solo 24 años, ha sido catalogada de revelación en el género jazz cubano contemporáneo.

“Es un fenómeno”, exclamó el productor inglés Gilles Perterson, del proyecto Havana Cultura, al oírla, así como reseñas de sus presentaciones en Europa, principalmente, destacan su potente y excepcional modo de interpretar canciones a Yemayá y Ochún, orishas del panteón afrocubano.

“Tengo la suerte de poseer talento y saberlo aprovechar. Conozco mucha gente muy talentosa, más que yo, y que no saben hacer buen uso de su talento y, además, porque la vida me ha empujado a conducir mis pasos certeramente. La vida ha sido generosa conmigo, me ha dado oportunidades exactas para ascender profesionalmente y en el plano personal también, y negrita, tú sabes, porque me encanta”, me confesó riendo mientras nos encontrábamos en su apartamento.

De Daymé Arocena había oído comentarios, incluso de amigos y no tan cercanos, amantes del jazz como yo, no la habían escuchado y me preguntaban por sus videos o discos para hacerse una idea de su música.

La “negrita con suerte”, nativa de 10 de Octubre e hija de Yemayá, comparte el mismo sino de varios músicos de la Isla: no ser profeta en su tierra. Lo cierto es que luego de conversaciones por internet, entre conciertos en Canadá e Inglaterra, pude conocerla en La Habana y disfrutar una tarde con ella, sintiéndome parte de su círculo de amigos, entre risas y acompañadas de un jugo de mango, me hablaba de sus experiencias en su sorprendente y meteórica carrera musical.

Ya lo dijo Rubén Blades, la vida te da sorpresas y sorpresas te da la vida. Escuchar a Daymé en un concierto formidable en el teatro Trianón mostrando su álbum debut Nueva Era, bajo el sello discográfico Brownswood Recordings -por poco me quedo sin entrada- no me dejó ninguna duda de que la negrita con suerte es oro macizo.

Daymé, ¿cómo concilias el éxito que tienes a nivel internacional siendo tan joven? ¿Es un reto para ti como artista?

-Creo que aún no tengo conciencia de lo mucho o de lo poco, el gran o pequeño éxito que tengo o pueda tener. ¿Por qué te digo esto? Di un salto un poco brusco en mi vida. Cantaba prácticamente por amor al arte, en el club de jazz La Zorra y el Cuervo por cinco cuc, con mis amigos… Y no te voy a decir que no soñé con hacer una carrera musical internacional, pero no pensé que fuera tan pronto. Todo llegó así en un instante, fue una asociación de hechos: uno detrás de otro.

-Me acuerdo que en la primera gira que hice me preguntaba: ¿vendrá público a mis conciertos? En el Café Jade, donde cantaba, el día que entraban diez personas era un día de suerte. Entonces verme en Londres, París, Bélgica, España, y decir: están anunciando un concierto mío, ¿vendrá alguien?, si en mi país la gente ni me conoce. Llego a los espacios y lo veo repletos, y uno no comprende bien cómo funcionan las cosas. ¿Es real o lo estoy soñando? Por eso te decía que conciencia real de mi proyección artística, de lo que está pasando en mi vida del éxito, no lo tengo, sinceramente.

Mencionabas que en Cuba no se conoce tu obra. No eres profeta en tu tierra…

-No, puede que tal vez algún día se conozca. Creo que hay personas en el mundo que tienen que brillar fuera de su propio marco para entender de qué se trata. Cuando se está en un circuito muy cerrado, de pronto las personas no comprenden qué les estás comunicando. Es como los grandes compositores: muchos brillaron después de muertos, porque su época no los entendía aún. Y no me estoy comparando con ellos, para nada. Y tal vez Cuba no está dada al entendimiento del todo en cuanto a la música que hago, de aquí a algunos años quizás…

-El no ser conocida en Cuba para mí tiene dos bases: la primera lo que uno no entiende no lo disfruta. Eso es innegable. Fuera de eso está tu parte personal: me gusta o no me gusta. Pienso que el jazz no disfruta de toda la difusión que pueda tener y hablo de la comprensión musical normal de cultura general de las personas, que conozcan musicalmente lo que oyen, así como entienden que esto es pop, aquello es reguetón y lo otro es timba.

¿Según tu criterio, el jazz es elitista?

-Eso es un concepto muy errado para mí. El jazz es libertad de expresión. Improvisar es abrir tu alma: sale del corazón, pasa por la mente, llega a la boca y lo sueltas. Es la expresión de lo que te está pasando, lo que estás sintiendo en ese momento y eso no es elitista. El que está sentado en el público siente, lo vive contigo, y estamos conectados musicalmente y esa conexión es humana.

Como cantante, ¿tuviste algún modelo o alguien a quien imitar?

-Cuando era niña mi abuela decía que le iba a ser una misa espiritual a Selena, fue una etapa que cantaba mucho a Selena, pero eso se me pasó. Después otra de Whitney Houston e inventaba mi propio inglés. ¡Te imaginas! Tengo muchas cantantes que estudiar, de todos lados: inglesas, americanas, brasileñas y cubanas. Ojalá pueda incorporarme a esa fila de las cantantes que admiro y siento como guías, pero siempre siendo yo.

-Los grandes han trascendido en la historia porque fueron ellos. Hay un sello muy personal que debes mantener a rajatabla, porque te distingue en el mundo y hace que en el lugar en que estés, cantando la canción que nadie ha oído jamás, la gente diga: ésa es Daymé.

-Prefiero estudiar mucho desde mi perfil y desde mi yo. Tu código personal lo mantienes, aceptes tu mundo con todo lo que te rodea, puedes convertir tu pequeño diamante en una mina, pero siempre el corazón es tu diamante.

El músico español Paco de Lucia expresó en una entrevista que “una carrera musical no se hace ni por dinero ni por fama”. ¿Por qué lo hace Daymé?

-Porque sinceramente no sé hacer otra cosa. Sin música no hay Daymé. Llego a una casa silenciosa y me pongo muy triste, la casa puede estar sin luz, pero no sin sonido. Tengo que sentir sonidos todo el tiempo. Yo sueño con la música.

-Mi mamá dice que cuando era pequeña y no hablaba aún, me sentaba frente al televisor a intentar cantar las canciones. No me entiendo sin la música, es la que me quita las depresiones, la que me salva de los apuros, de los problemas. No me entiendo haciendo otra cosa. Lo único que me pone triste es estar ronca, se me apaga la luz en la cara.


¿Cómo percibes el panorama de las mujeres en el jazz cubano?

-Pienso que el panorama ha sido siempre el mismo, la situación es: ¡quién lo aguanta! Nos la ponen difícil: no hay opciones, no hay espacios, no hay información. Primero tienen que ser unas 'duras', para que entonces digan: toca a macho. Si son cantantes, tienen que ser ‘duras’ para que entonces digan: es músico. Duro también significa no tener responsabilidades como hijo, familia, porque yo puedo comerme una sopa de hierbas, pero mis hijos no.

-Para la mujer, sobre todo la cantante, decir: bueno, voy a cantar salsa, pop o timba, es el camino más fácil, cuestión de supervivencia, hay que vivir y comer. Una cantante de jazz puede hacer otros géneros, a diferencia de quien está especializada en la música tradicional, es más engorroso.

-No somos pocas, hay muchas con talento, pero para meterse en la boca del lobo hay que ser mariana. Creo que lo hice porque tengo una mamá y un papá que me dan mucho apoyo, no tenía que pensar qué iba a comer hoy o cocinar mañana o cómo me iba a bañar y si tenía jabón para hacerlo.

-Por eso soy una negrita con suerte. Al final, la gente que he conocido luchando en este mundo tienen el apoyo de la familia, de personas que han apostado por ellas, pero así, sola con amor ¿cómo vives?

Te voy a decir algunas frases para que las completes con lo primero que te llegue a la mente. Mis motivos para cantar son:

-Sonreír.

Cuando mides tus inicios y te ves ahora, piensas:

-Tengo que estudiar.

Cuando llega ese momento en que dices: qué bueno haberme dedicado a cantar o solo por este momento valió la pena es:

-Cuando la gente me dice: otra, otra.

Y aquel día, el teatro Trianón se quedó pequeño. Yo solo lo puedo expresar a lo cubano y popular: todo el mundo bocabajo con Daymé Arocena.

Yenelia Cedeño
Havana Times, 29 de febrero de 2016.


Escuchar a Daymé Arocena en Madres; Cry Me a River y Bésame mucho, con el trompetista Yasek Manzano y su Cuarteto.

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