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lunes, 3 de noviembre de 2014

Los héroes silenciosos de Leipzig



A punto de cumplirse 25 años de la caída del Muro de Berlín, no cabe ninguna duda de que sin un 9 de octubre no hubiera existido un 9 de noviembre.

La manifestación que en esa fecha de 1989 tuvo lugar en Leipzig y que reunió a más de 70 mil personas paralizó por primera vez el aparato represivo de la RDA y demostró que una revolución pacífica tenía realmente posibilidades frente a la maquinaria de poder comunista.

Sin embargo, durante estas dos décadas y media, la historia se ha negado a poner nombre y apellidos a aquel proceso tan milagroso como esperanzador y Alemania se sigue refiriendo a esa etapa de transición con la expresión distante y anónima "die Wende" (el cambio), que comprende la etapa entre las últimas elecciones municipales de la RDA en mayo de 1989 y las primeras elecciones parlamentarias libres en marzo de 1990, incluyendo el momento mediático global de la caída del Muro de Berlín.

Si esto es así, es porque aquella revolución pacífica estuvo protagonizada por héroes discretos, ajenos a la política y a los poderes establecidos en uno y otro lado, ciudadanos que rezaban por la libertad y que, llegado el momento y sin estridencias, estuvieron dispuestos a dar la cara por ella.

Gerda Schleussner tenía 22 años cuando comenzó a asistir a las "oraciones por la paz" que un párroco había instituido en una iglesia de San Nicolás y que se celebraban cada lunes. "Después de la oración nos quedábamos fuera charlando. Discutíamos sobre política, algo que no se atrevían a hacer en la calle nuestros padres, ni nadie, y poco a poco nos fuimos reuniendo más y más gente. Cuando llegó el otoño y comenzó a anochecer más pronto, con las mismas velas que utilizábamos en la iglesia, comenzamos a caminar en círculos alrededor de la plaza, así empezó todo. Hasta que comenzaron a llegar policías y repartir palos", rememora.

"Mis padres tenían una panadería y recuerdo un día en que vinieron unos berlineses a comprar pan y mi padre les dijo que no les vendía nada, que fueran a manifestarse y volviesen después por su pan, que el que quiere algo, tiene que ganárselo", relata Gerda, desempolvando la vieja disputa sobre cuál de las dos ciudades cobró un papel más decisivo en los acontecimientos que terminarían remodelando el mapa geopolítico global.

La red de la disidencia, de todas formas, se extendía por toda la RDA. En septiembre, los berlineses participaron en las primeras manifestaciones en Leipzig. A principios de octubre, los habitantes de Leipzig fueron a Berlín. No existen imágenes de todas las manifestaciones de otoño por las limitaciones que tenían para trabajar los medios de comunicación de la Alemana oriental, pero hubo un número incalculable de ciudades y pueblos heroicos.

Si algunos no reciben hoy tantos honores, se debe precisamente a la naturaleza propia de las revoluciones pacíficas. Los revolucionarios no acompañaron sus actos con ninguna reivindicación de dominación. El valor era su única arma. Su táctica, la pacificación; su estrategia, la humildad. Si por algo se reconoce a los héroes de 1989 es por el hecho de que no reclaman para sí la condición de héroes.

"Quizá muchos no conozcan sus nombres, pero nosotros sabemos perfectamente quiénes fueron aquellos héroes silenciosos, que después de la caída del Muro no buscaron poder ni reconocimiento, sino solamente seguir haciendo uso de la libertad que se habían ganado a pulso", responde Gerda, que no duda en mencionar como al primero de ellos al párroco Christian Frührer.

"En su funeral, en junio de 2014, nos reunimos miles de personas. Tampoco salió en los periódicos, pero quienes le seguimos con una vela en la mano a riesgo de recibir un par de golpes o quién sabe qué, estuvimos allí. Los auténticos cambios, las auténticas revoluciones, las que van más allá de quitarle el poder a unos para dárselo a otros, son gente como Christian Frührer, pero no salen en los titulares", confiesa.

Rosalía Sánchez
El Mundo, 9 de octubre de 2014.
Foto: Miles de personas reclamaron en Leipzig cambios en el gobierno de la RDA. Tomada de El Mundo.

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