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viernes, 15 de agosto de 2014

Cuando el rosado se convirtió en un color psicodélico



Las historias del rock’n roll pasan muchas veces por enemistades, y por amistades que perduran en las más raras circunstancias.

Estos dos extremos los encontramos en la historia de Pink Floyd, una de las mas fascinantes bandas de rock del mundo, donde músicos consumados, artistas incomprendidos, y fanáticos políticos de la izquierda encontraron convivencia, y naturalmente, tuvieron desencuentros casi fatales.

La banda pasó por varias etapas, desde Meggadeaths a The Abdabs, pasando después a ser The Screaming Abdabs, y adoptando el nombre de The Tea Set. Al presentarse a tocar en un club, descubrieron que había otra banda del mismo nombre, y Syd Barrett rápidamente creó los nombres de Pink Floyd Sound y Pink Floyd Blues, por la influencia de dos cultores del Piedmont Blues de Georgia Pink Anderson y Floyd Council que tenía en su colección de discos americanos.

Más tarde, la banda redefinió la alineación y formato con el que ha sido universalmente conocida: Pink Floyd, en un principio formada por cuatro miembros, Syd Barret, Nick Mason, Rick Wrigth y Roger Waters.

Provenían del sofisticado ambiente del arte en Londres, algunos estudiaron arquitectura, luego música y pintura, la filosofía y la literatura ha estado siempre en todos ellos, haciendo de cada uno de los miembros de la banda un verdadero hombre del renacimiento.

Tuvieron un debut con altas y bajas, como todas las bandas de los 60, especialmente si tenemos en cuenta que estaban en medio de un ambiente creativo altamente competitivo, en el Swinging London había cientos de bandas, y solo unas cuantas estarían destinadas a triunfar. Les tocó compartir escena y publico con los Beatles, Rolling Stones, Who, Cream, y muchos otros.

Demostraron, con éxito, estar muy delante de su tiempo, y desde su primer álbum The Piper at the Gates of Dawn, produjeron una música y un espectáculo que quizás tardó algo en ser comprendido. En esa misma época, al deteriorarse la salud de Syd Barrett y al incrementarse su abuso indiscriminado de todo tipo de alcoholes, humos prohibidos y drogas, la banda decidió aceptar a un quinto miembro, el guitarrista David Gilmour, que era uno de los mejores amigos de Syd Barrett.

Los dos habían mendigado en las plazas de España y Francia, pasando el sombrero luego de descargar los más oscuros blues con sus guitarras acústicas, habían ido hasta Marruecos en una aventura hippie, y habían terminado en el hospital por desnutrición, debido al hambre que pasaron durante ese tiempo al descampado.

De inmediato, la banda ya con cinco miembros, vuelve a los estudios y a los escenarios, y el resultado no se hizo esperar, de los Abbey Road Studios salieron con un nuevo álbum, A Saucerful of Secrets que sería el ultimo de Syd Barrett, aunque posteriormente David Gilmour participaría como guitarrista y productor en los dos esfuerzos en solitario de Barrett.

El empuje creativo de Pink Floyd no pasó indadvertido a otros músicos y artistas, y el famoso David Bowie ha citado como inspiración para su persona musical, a nada más y nada menos que Syd Barrett. El director Michelangelo Antonioni los escogió para la música de su película de culto Zabrisky Point.

Ummagumma, Atom Heart Mother y Meddle siguieron en rápida sucesión en 1968, 1969, y 1970 respectivamente, ante el asombro del público y de la crítica, que estaban más acostumbrados al edulcorado sonido de Lennon y McCartney. No se había escuchado nada como Pink Floyd, y mucho menos, nunca se había visto que el espectáculo estuviera diseñado alrededor de la música, el álbum de rock conceptual había sido inventado. Y también el espectáculo audiovisual del rock.

El clásico The Dark Side of the Moon salió a la luz en 1973, después de un período de giras y encierro en el estudio, seguido por el no menos clásico Wish You Were Here, dedicado informalmente a Syd Barrett.

La novela corta de George Orwell inspiró el álbum siguiente, Animals que salió en 1975, y las contradicciones entre Roger Waters, que deslizaba su visión de extrema izquierda en todo lo que hacía y David Gilmour, se hicieron sentir bastante dramáticamente. Gilmour ha dicho que se sintió relegado a un plano sin importancia creativa alguna, y que Roger Waters trató a la banda como si fuese en realidad un grupo de músicos de alquiler para hacer un álbum en solitario.

Las contradicciones se hicieron aún más agudas con las sesiones de grabación que dieron origen, en 1978, a Another Brick in The Wall. Rick Wright estaba completamente frustrado con la banda aunque su trabajo en los teclados no lo refleja así, Nick Mason se limitaba a su batería, Roger Waters decía que no quería ser solo el bajista, que quería ser el artista central del grupo y David Gilmour se encerró en sí mismo y se dedicó a componer para proyectos futuros.

Con la guerra de las Malvinas, Roger Waters creció como extremista de la izquierda, y declaró que Pink Floyd había muerto como fuerza creativa, al ver que sus ideas chocaban con el rechazo de la banda. El material grabado se convirtió en el disco The Final Cut, y finalmente Roger Waters deja la banda en 1984. Irónicamente, como en otra novela de Orwell.

Durante la última década de la banda, de 1985 a 1995, ésta pasa a ser dirigida por David Gilmour, con dos discos de excelente factura como A Momentary Lapse of Reason y The Division Bell, que ya adelantaban el trabajo en solitario que vendría de la guitarra de Gilmour. La banda se mantuvo activa durante esta década con una buena cantidad de conciertos. Hubo reuniones con Waters por parte de los músicos en diferentes reediciones de The Wall como espectáculo, pero ya Pink Floyd había pasado a la historia, con muchísimo brillo y potencia.

El trabajo de Gilmour en solitario ha sido excelente, contando con la colaboración de Rick Wright hasta el deceso de este último. Desde descargas en el estudio personal del Gilmour a bordo de la barcaza Astoria, hasta giras por todo el mundo, Wright fue tan creativo en los teclados como lo había sido antes en Pink Floyd, con una dedicación muy especial. Gilmour siempre rindió homenaje a su amigo Barrett, a quien nunca más pudo ver, por sugerencia de la familia y los médicos de Syd, nada que recordase a Pink Floyd podía serle mencionado.

Hasta su fallecimiento, Syd se dedicó a la jardinería y la pintura, y durante todos esos años, Gilmour se ocupó de que el dinero de sus derechos de autor le llegara y fuera correctamente administrado, a pesar de que nunca volvió a ver a su amigo.

Otro testimonio de esta amistad es que Gilmour siempre toca varios números dedicados a Barrett en cada uno de sus conciertos, como Shine on You Crazy Diamond, y Comfortably Numb. El legado de Barrett no solo aparece en el primer álbum de Pink Floyd, sino en su recuerdo en otros discos, y en sus propias obras The Madcap Laughs, Barrett, y el mucho menos conocido Opel.

Pink Floyd vive en la banda sonora de una época magnífica. Tuve un amigo que siempre me recordó mucho a Syd. Ya murió. Curiosamente, a él di mi colección de discos de Pink Floyd, cuando pensé que me iría de Cuba. Pero él se fue un mes antes que yo. Un mañana, en la puerta de mi casa, dentro de una caja de madera, encontré los discos de vinilo y los cassettes, con una nota manuscrita llena de dibujos que explicaban como él había escuchado estos discos.

En caso que se estén preguntando, sí, mi amigo era un genio. Dibujaba con una soltura impresionante -como Barrett- y tenía también un talento musical que no demostraba nunca. Hablaba poco. Hoy lo hubieran diagnosticado como autista o como alguien que padece el síndrome de asperger. Pero yo lo consideraba un loco genial.

Nunca más nos vimos. Un día nos veremos en algún lugar. Para él solo puedo decir "Shine on, you crazy diamond, I wish you were here". Sé que nos veremos al final del viaje.

Charlie Bravo
Foto: Pink Floyd Timeline (1960-2000). Tomada del blog de Barry Ritholtz.

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