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lunes, 10 de febrero de 2014

Recordando a Vicente Garrido (I)



El 22 de octubre de 2013, la Fonoteca Nacional de México recordó el décimo aniversario del fallecimiento de Vicente Garrido, uno de los más destacados compositores de la música popular mexicana, muy ligado a Cuba. A continuación, la entrevista que un año antes le hiciera en La Habana el periodista y escritor cubano Félix Contreras, en mayo de 2002 publicada en la revista brasileña Agulha. Contreras es autor de los libros Por qué tienen filin, La música cubana: una cuestión personal y Yo conocí a Benny Moré (Tania Quintero).

Siempre que el compositor Vicente Garrido habla de música, de compositores mexicanos, brasileños, cubanos, norteamericanos, parece que está en uno de esos momentos mágicos en que se sienta al piano o en aquéllos cuando hizo esas famosas canciones (No me platiques, Una semana sin ti, Te me olvidas) que lo lanzaron a la fama internacional. O, también, como si caminara por su querido barrio Colonia Roma de su infancia, en Ciudad México, donde naciera en 1924. De esa importante época y de otras más de la música latinoamericana habla el gran pianista y compositor Vicente Garrido.

-Fui marcado primero por la poesía, tanto que en los años 40 tenía yo la preocupación de que la poesía ya no gustaba a los jóvenes. Mis amigos, cuando llegaban a mi casa y me veían recitando, leyéndole poesía a mi familia, se burlaban: "Ah, pues, ya éste dándole a esas cosas". Y así fue como empecé a ponerle música a mis poemas y el resultado fue totalmente al revés: aquellos mismos amigos se venían a verme luego: "Vicente, cántanos nomás esa canción que hiciste ayer". Y fue eso realmente lo que me incitó a recurrir a la canción, y ahí mismo abandoné la poesía y me quedé con la canción sola. Y cuando me vine a dar cuenta ya había hecho una especialización: hacer canciones, pues, solo sé hacer canciones (ríe). ¿La primera que hice? Ah, sí, lo primerito es una cosita que le hago a mi tía Meche, pues ya yo rascaba el ukelele y me le aparezco con la cancioncita: En la mañana fría/ en la mañana temprana/ me pasé querida tía/ cantándote en tu ventana.

-Imagínate, pues, lo que fue aquello para mi familia. Era yo muy joven, 23 años, en 1949, y trabajaba como pianista acompañante en el Champagne Room del Ciro's, el más elegante de México en ese momento, y conozco allí a una cantante norteamericana, Joanne Walsh, con la que hago mi primera gira al extranjero: Puerto Rico, República Dominicana y, por supuesto, La Habana, donde visito a los amigos de mi padre, a la gran Rita Montaner y Bola de Nieve, quienes habían ido a México en 1932, y nos presentamos en la CMQ Radio, en cabarets, el Teatro Encanto, el Paseo del Prado… Qué emoción volver a recorrer aquella Habana que almacenaba mi memoria y recordaba un poema que le hizo mi padre a esta ciudad.

-Lo que es la vida. Cuando vengo a La Habana en 1949, ya aquí está en proceso de renovación la canción cubana con ese movimiento musical llamado filin o feeling con esas grandes figuras como José Antonio Méndez, César Portillo de la Luz, Ñico Rojas, Rosendo Ruiz Quevedo, pero, yo no me entero, no los conozco todavía. Hacía poco que César Portillo de la Luz había creado Contigo en la distancia.

-Corrían los tiempos de la época dorada de la radio en México, La Habana, Brasil, Puerto Rico, Venezuela, con un auge, un desarrollo de proporciones extraordinarias a nivel continental. En México son las emisoras XEW -la más potente- la XEFO, donde debuto yo profesionalmente; la XEB, la XEQ, todo el día difundiendo las voces de Agustín Lara, María Victoria, María Luisa Landín, Juan Arvizu, Ortiz Tirado, Pedro Vargas, Toña La Negra, Chela Campos, Los Tres Ases. En Cuba, la RHC Cadena Azul, la CMQ, Radio Progreso, Mil Diez, Radio Cadena Suaritos lanzando a toda América Latina y el Caribe a la orquesta Casino de la Playa, Miguelito Valdés, Trío Matamoros, Rita Montaner, René Cabel, Panchito Rizet, Cascarita, Conjunto Casino, Riverside, Trío de Servando Díaz, Sonora Matancera, Arcaño y sus Maravillas. Y el gran auge radiofónico en Brasil fue con Radio Nacional de Rio de Janeiro, Radio Tupi, Radio Transmisión…

-En 1952, conozco a José Antonio Méndez en México, en el café de la emisora XEW, adonde iba toda la farándula mexicana y extranjera: Pedro Vargas, Agustín Lara, Toña La Negra, Mario Ruiz Armengol, José Sabre Marroquín, Rafael Hernández, Vicentico Valdés, Benny Moré, en fin, toda esa gente que uno admiraba y a la cual uno quería pertenecer algún día, ¿no?, ser amigos de ellos…Y un día me dicen que había un negro cubano que tocaba la guitarra tan bien como un piano, que tocaba en la misma onda que yo, con filin. Y llegó, era José Antonio, sacó la guitarra y se puso a demostrarnos que ese instrumento podía tocarse como Mario Ruiz Armengol tocaba el piano, y es que José Antonio empezaba a utilizar esos bárbaros acordes de sexta, séptima mayor, esas cosas que no se estilizaban en la guitarra. ¡Jamás! Pero, en el piano, tampoco. Y él, yo, y otros, estábamos en la misma búsqueda, y expresábamos lo que habíamos absorbido durante la niñez a través de la radio, porque tuvimos la suerte de vivir intensamente el principio de la radio y las grabaciones.

-Yo, como los músicos y compositores de la escuela filinera cubana, como José Antonio y César Portillo de la Luz, entre otros, no asistí a conservatorios, academias, pero, era como ellos, muy intuitivo, y cuando comencé a trabajar tocando piano acompañando a cantantes, ahí empecé e estudiar por mi cuenta, en la Escuela Libre de Música, y me preguntaba: "Bueno, Vicente, y ahora cómo le haces", porque hasta ahí me contentaba como intuitivo, y mis colegas se burlaban de mí "No, qué va, Vicente, eso no puede ser, eso se hace así", y empecé a estudiar para poder escribir yo mismo mis locuras armónicas, esa gran locura mía y de los filineros cubanos, de querer sacarle un sonido o dos sonidos más a los acordes.

-Fue cuando comenzó a llegar la sana influencia que recibiamos del mundo entero a través de la radio, de aquellos fabulosos programas de radio, del disco… Dábamos vuelta a un botoncito y pum, salía música del mundo entero. Por eso, para nosotros, los músicos de mi generación, tanto en Cuba como en México, fue más impactante la llegada de la radio que la televisión. Recuerdo que las familias se reunían con mucho entusiasmo a oír la música por radio.

-Por los años 30 empieza la radio comercial todo el día con Agustín Lara, Toña la Negra, bueno, imagínense aquella locura en Cuba y en México, con los discos lanzando toda la música acumulada durante tantos años, tanta música archivada y, de repente, la radio que te la pone ahí en tu casa, y los grandes compositores comienzan a difundirse en grande de la manera más fácil y sencilla. Los intérpretes, igual. La locura. Y los filineros de Cuba y los de México empezamos a oír todo eso desde la cuna.

-Sí, fue una influencia tremenda para nosotros la llegada de la radio y, luego, la llegada del cine sonoro, aquel cine que revivía los éxitos de comedias musicales con Gingers Roger, Fred Astaire… Imagínense la música de Gershwin, Cole Porter, la maravillosa música de los 30 y 40 entrando a los oídos, a los hogares de mis colegas y hermanos cubanos, brasileños, argentinos y mexicanos. Sí, porque en esa misma época de los 40, en México, Cuba, Brasil estabamos haciendo el mismo tipo de canción, llámese filin o lo que sea, pero era la misma y, caray, no nos conociamos -pero oíamos lo mismo- y, de repente, llega José Antonio a México en 1949 y comprobamos que cubanos, argentinos, brasileños y mexicanos estábamos en lo mismo, haciendo el mismo tipo de canción influenciada por la musica impresionista francesa y norteamericana, por el jazz, que escuchábamos por la radio y los discos y se nos metió en la sangre.

Félix Contreras

Video: Grabación, probablemente de fines de los 80 o principios de los 90, de cuando Vicente Garrido y Annia Linares estuvieron en el programa Contacto que conducía Hilda Rabilero, hija de Eloísa Álvarez Guedes. Se trasmitía en vivo la tarde de los sábados, por el Canal 6 de la televisión cubana.

Escuchar otras versiones de No me platiques más: las cubanas Argelia Fragoso y Miriam Ramos, acompañadas al piano por el maestro Garrido; el chileno Lucho Gatica; la mexicana Amparo Montes; en bolero-bossa y en instrumental.

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