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lunes, 25 de febrero de 2013

Recordando a Olga Guillot


Con la Reina del Bolero termino la serie de posts dedicados a boleristas cubanos. Ocho han sido preparados por mí y el noveno, sobre la Freddy, fue escrito por el periodista independiente Luis Cino. De Olga Guillot es de quien se encuentra más información en internet. Tanta, que me ha sido difícil seleccionar. Finalmente, me he decantado por Miénteme más, crónica de Raúl Rivero publicada en El Mundo en julio de 2011 y reproducida en este blog tres meses después.

La que cantaba en cualquier parte del mundo, mano a mano con Edith Piaf, Frank Sinatra, Agustín Lara, Nat King Cole y José Alfredo Jiménez era ella, Olguita Guillot, una muchacha de Santiago de Cuba que inventó un lenguaje para que los hombres y las mujeres aprendieran a sufrir mejor, con cierta dulzura, y para que pudieran entender, asistidos por la música, las llegadas repentinas y las despedidas del amor.


Fue ella, que nació en la misma ciudad donde Pepe Sánchez soñó y cantó el primer bolero, la mujer que sintió cómo las canciones necesitaban un idioma coral donde la voz iba delante, por encima de todo y luego los ojos, las manos, la intención, los silencios y algunas frases llevadas hasta el abismo, para dominar el piano y la guitarra.


La estrella de siempre ha sido Olga Guillot porque servía a los enamorados, al arte puro y a nadie más. Y porque no necesitaba de una comparsa de adulones, ni tuvo que esperar que se muriera nadie para subirse a los escenarios más importantes de Europa y América.


Llegó, en los años 40, a una Habana por la que pasaban todos los artistas del continente y se puso a cantar con su hermana y en unos cuartetos que se disolvían y volvían a armarse.


Mientras, estudiaba música, baile y actuación, trataba de ganarse los concursos para aficionados que promovían las emisoras de radio y descargaba sus boleros entre amigos y sus primeros seguidores en locales pequeños y sin pedigrí donde las noches para los habaneros empezaban los viernes y se cerraban con el sol de los lunes.


Por allí andaba con una guitarrita reparada un tipo ronco que se llamaba José Antonio Méndez que una noche la invitó a que le acompañara en una canción que había escrito. La pieza se titulaba, se titula, se titulará La gloria eres tú.


Y, a partir de ahí, no hubo nada que la hiciera dejar de vivir y de subir. No importaron desamores, vacíos, ni los que vinieron después a sacarla de su casa y de su país y a tratar de borrar su nombre como si la cultura tuviera como soporte la pizarra de un aula de primer grado.


Su nombre no necesita la compañía de los premios que ganó, los discos de oro, los Grammy, sus casi 20 filmes hechos en México. Para que ella siga donde está se necesita nada más que alguien sienta necesidad de escuchar Miénteme, Soy tuya, Qué sabes tú, La mentira, Palabras calladas, La noche de anoche o Alma mía.


Sí, ella es la auténtica, la real, la de las servidumbres exclusivas al arte y al amor. Esté donde esté ahora. Con ese detalle confuso que aparece en su biografía, donde se informa que proviene de una familia de artistas españoles.


Después, uno queda deslumbrado por la pureza de su piel de mulata blanconaza, como se dice en Santiago de Cuba .

De las numerosas entrevistas que Olga Guillot concedió en los últimos años, he seleccionado cuatro: "Me maltrataron mucho"; "El bolero no va a desaparecer"; Una mujer hecha leyenda y Conversaciones en tiempo de bolero.

El plato fuerte es la conferencia Boleros prohibidos o La Habana de Olga Guillot, impartida por el periodista, crítico y productor Armando López, el 4 de diciembre de 2012 en la sede de la Fundación Hispano Cubana, en Madrid. Primera parte y segunda parte y final.

En You Tube pueden verse muchos videos de Olga Guillot, unos con más calidad que otros. Para abrir escogí Miénteme, del mexicano Armando Domínguez Borrás, la canción que la catapultó a la fama. Y para cerrar, Sombras, versión en bolero de un pasillo ecuatoriano del mismo nombre (leer Aclaración, al final).


Tania Quintero

Aclaración.- En el post Recordando a Blanca Rosa Gil, publicado en este blog el lunes 11 de febrero de 2013, a la canción Sombras le puse link y dije que es una versión del tango Sombras, compuesto por José María Contursi (Argentina 1911-1972). Pero como internet y You Tube están plagados de errores y confusiones, decidí verificar de nuevo el nombre del autor de Sombras. Y descubrí que tanto el bolero interpretado por Blanca Rosa como por Olga, no son versiones de un tango, si no de un pasillo ecuatoriano que tiene una apasionante historia. La confusión radica en que al tango de Contursi a veces le llaman Sombras, a secas, cuando su título es Sombras nada más. De las dos canciones, de Sombras nada más se encuentran más versiones. He seleccionado tres ejemplos: un tango argentino; una ranchera mexicana, con Javier Solís y un bolero en la voz del nicaragüense Luis Enrique.

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