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jueves, 28 de junio de 2012

Sonia Garro: Notas desde la cárcel


Por Iván García

Una tarde gris de 2010, Sonia Garro me contaba sus motivos para crear un proyecto comunitario con niños pobres de su barrio Los Quemados, en el municipio habanero de Marianao. Recordaba que mientras estaba sentada en el portal de su casa, cosiendo en su máquina de los años 50, con frecuencia observaba accidentes de niños que jugaban en la calle, por descuido de sus progenitores.

Desde el portal de su casa, en las noches, miraba adolescentes de cuerpos escuálidos prostituirse por unos pesos o baratijas. Por ese entonces, Sonia trabajaba en un policlínico como técnica de laboratorio.

A los pocos meses tomó una decisión que cambiaría su vida. Creó en su barrio un centro independiente para niños de padres con bajos recursos. No importaba la afiliación política. La idea era que en su tiempo libre, los menores no anduvieran jugando de forma peligrosa en las calles.

El proyecto creció. Y en su mejor momento llegó a tener más de 20 muchachos. Incluso, pensó abrir otras sucursales en las barriadas marginales de Pogolotti y Palo Cagao.

Lo menos que supuso Sonia Garro que los servicios especiales la acosarían con rudeza. Pero sí, a los tipos duros de la inteligencia les molestó su labor.

Y con frecuencia en su casa de la Avenida 47 entre 116 y 118, le armaban actos de repudio. Ya se saben lo que son. Puros linchamientos verbales. Además de gruesas ofensas, palos y cabillas en mano, una banda de combatientes jubilados le lanzaban piedras y tomates.

Luego de fracasar en su intento de crear un espacio que ofreciera actividades a niños y adolescentes, Sonia decidió subir la parada.

Junto a otras mujeres, como ella damas de apoyo a las Damas de Blanco, se iba a protestar en céntricas calles. Los motivos eran variados. Igual podía ser para recordar al disidente Orlando Zapata, que gritar con las venas del cuello a punto de reventar, libertad y respeto a los derechos humanos.

Fue su apuesta personal. Son precisamente las calles y las actividades públicas el gran temor del gobierno de Raúl Castro. Para impedirlo utilizan todas las armas de su arsenal.

Además de frecuentes golpizas, altos oficiales de la Seguridad del Estado le hicieron saber a Sonia que no les permitirían una protesta callejera más. Así fue.

En marzo de este año, una semana antes de la visita del Papa, en un operativo espectacular, fuerzas antimotines la detuvieron junto a su esposo Ramón Alejandro Muñoz. Ahora espera sentencia en la prisión de máxima seguridad para mujeres conocida por Manto Negro.

Pudiera ser condenada a muchos años. El gobierno la incrimina por ‘tentativa de asesinato’ y ‘desorden público’. Sonia no sabe a ciencia cierta por qué se le acusa de “intento de asesinato”. Jamás por su mente le ha pasado matar a nadie.

A ratos, Sonia Garro me hace llegar pequeñas notas desde la cárcel. En una carta escrita en un trozo de papel de libreta dice: “Desde que estoy presa me han negado todo contacto con mi marido. A las mujeres de aquí, que tienen a sus esposos presos, las llevan al Combinado del Este para que los vean. A mí me dijeron que yo no estaba en el listado”.

En otra nota me cuenta que el 30 de mayo sufrió un accidente mientras la trasladaban en un carro celular de la prisión. Ha tenido muchos problemas para atenderse con un médico.

Su hermana Yamilé, quien semanalmente carga una jaba de 10 kilos para llevarle alimentos y aseo a Sonia y su cuñado Ramón, me contaba que después de un registro a fondo efectuado por la Seguridad del Estado en la modesta vivienda del matrimonio en Marianao, el saqueo de supuestos vándalos los han dejado sin pertenencias.

Además de esperar sentencia en una cárcel de mayor rigor, y dejar atrás una hija de 15 años que crecerá sin el cariño y la educación de sus padres, Sonia Garro sufre represalias por parte de las autoridades.

El mensaje enviado por el General Raúl Castro a los disidentes de barricada es alto y claro. Hay una frontera tenue que no se debe traspasar.

Aunque nadie conoce a ciencia cierta cuál es la delgada línea que separa lo permisivo con aquello que el gobierno considera delito. Sonia Garro tampoco lo sabe. Ella está convencida que solo reclamaba sus derechos.

Nota: Las cuatro fotos a continuación fueron realizadas el 17 de septiembre de 2008 y en ellas quedaron plasmadas algunas de las actividades que Sonia Garro y su esposo Ramón Muñoz realizaban en el centro cultural independiente que con tanto cariño crearon para niños pobres de su barriada. El hombre con un pulóver blanco sin mangas que aparece en la segunda y tercera fotos es Ramón, quien al igual que Sonia permanece en prisión preventiva. En un principio pretendieron acusarlos de 'terrorismo', ahora los acusan de 'tentativa de asesinato' y 'desorden público'. En la última foto, la niña junto a dos varones en la máquina de coser es Elaine, entonces con 12 años (Tania Quintero).





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